El rafting es una práctica deportiva emocionante, excitante, "muy mojada" pero increíblemente divertida. Sin embargo, como con todos los deportes de aventura, existen algunos riesgos. Ese riesgo contribuye también a la emoción, y es una de las razones por las que tanto se disfruta de este deporte. Los guías que acompañan a los escolares están capacitados para minimizar y gestionar los riesgos, y, estadísticamente, se está más seguro en una balsa que en un coche. Las lesiones más comunes en los niños y jóvenes que vienen a practicar esta actividad son las quemaduras de sol, y la mayoría de los accidentes se producen en tierra, sobre todo al entrar y salir de los botes. Casi cualquier persona puede practicar rafting. No se necesita experiencia! Sólo hay que remar, sortear el curso del río y... mojarse. Se cuentan con guías capacitados que darán una completa orientación de seguridad antes de la actividad y que acompañará al grupo durante toda la excursión. Los participantes deben saber nadar y deberán ser provistos de chalecos salvavidas y trajes de neopreno, si el clima lo requiere. El rafting es una actividad al aire libre perfecta para grupos de escolares, donde los más tímidos o los que no se sienten tan cómodos con el agua, encontrarán una manera de integrarse y vencer sus temores. El rafting es mucho más que lanzarse en un bote por el agua. Es vida silvestre, naturaleza e historias que los expertos guías contarán durante la travesía. Todos estos factores harán que una excursión de rafting nunca sea olvidada por los niños o jóvenes escolares. Estas excursiones son divertidas y una gran manera de introducir a los escolares a la vida al aire libre!
El rafting es una práctica deportiva emocionante, excitante, «muy mojada» pero increíblemente divertida. Sin embargo, como con todos los deportes de aventura, existen algunos riesgos. Ese riesgo contribuye también a la emoción, y es una de las razones por las que tanto se disfruta de este deporte. Los guías que acompañan a los escolares están capacitados para minimizar y gestionar los riesgos, y, estadísticamente, se está más seguro en una balsa que en un coche.